El cura probó estar más tendenciado que los fieles...

Los perredeístas pudieron haber celebrado juntos, pero no reburujados el nacimiento de Peña, pero siguen como los cubanos con Martí: es referente sagrado, más no convocatoria eficiente.

Miguel y sus seguidores fueron temprano al cementerio, más o menos a la hora que los muertos fuera de sus tumbas toman un poco de sol. Si Hipólito y los suyos hubieran ido más tarde, no se hubiesen encontrado.

Dicen que quien evita no es cobarde, pero nadie huyendo gana batalla.

Ahora ¿qué quitaba que en la misa de Las Mercedes, un bando ocupara el lado izquierdo y el contrario el derecho, y el cura en el medio los congregara en un mismo espíritu?

Al terminar, cada cual podía salir por una de las puertas laterales. Sin verse y mucho menos hablarse. O unos delante y los otros detrás, como los niños al recreo.

Sin embargo, no. Ni los junta Peña, pero tampoco Dios.

Aunque la Iglesia no ayuda, hay que decirlo. Ahora no fueron los frailes Máximo y Santiago. Entró de emergente fray Félix.

Quien no solo se declaró perredeísta, o levantó el puño en señal de lucha, sino que en vez de abogar por el perdón, pidió convención.

Ni que hubiera sido Hipólito con sotana.

Tomado de diariolibre digital

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