Los cárteles mexicanos del narcotráfico rara vez se aventuran del otro lado de la frontera, pero desde hace un tiempo están despachando algunos de sus mejores agentes para que vivan y trabajen adentro de Estados Unidos, reforzando su presencia en lo que algunos expertos consideran un esfuerzo por acentuar su control sobre el mercado de narcóticos más lucrativo del mundo y aumentar sus ganancias.
Si no se los frena, dicen las autoridades, la penetración de los cárteles a territorio estadounidense podría hacer que resulte más difícil todavía combatirlos y podría allanar también el camino para otras actividades delictivas, como la prostitución, los secuestros extorsivos y el lavado de dinero.
La actividad de los cárteles en Estados Unidos desde ya que no es nueva. A partir de la década de 1990 las sanguinarias bandas han sido el principal abastecedor de drogas ilegales, usando intermediarios para contrabandear cocaína, marihuana y heroína e incluso para cultivar marihuana aquí mismo.
Pero una amplia revisión que hizo la Associated Press de casos ante los tribunales y de información de dependencias del gobierno, y entrevistas con altos funcionarios de organismos de seguridad indican que los cárteles han comenzado a emplazar agentes de confianza en por lo menos nueve estados no fronterizos, incluso en suburbios de clase media en estados del centro-occidente, el sur y el noreste.
“Se trata probablemente de la amenaza del crimen organizado más seria jamás enfrentada por Estados Unidos”, expresó Jack Riley, director de la oficina de Chicago de la agencia de lucha contra el tráfico de drogas (DEA, por sus siglas en inglés).
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