De los votos conocidos. Se han dado a conocer 147 boletas de las emitidas por los periodistas con derecho a voto para el Salón de la Fama, y el nombre de Pedro Martínez aparece en 144 de ellas para un 97.96%, un porcentaje excepcional e impresionante.
Dieciocho años de carrera, cinco años de retiro y una de las leyendas de pitcheo y superación más interesantes de todos los tiempos.
Hoy a las 3 p.m. el Salón de la Fama de Cooperstown hará el anuncio oficial de la votación realizada por la Asociación de Escritores de Béisbol de los Estados Unidos y Pedro Martínez se convertirá en el segundo dominicano en ser inmortal de las Grandes Ligas.
Hasta ayer en la tarde, se habían dado a conocer 147 boletas de votación y el nombre de Martínez aparecía en 144 de ellas, para un 97.96 por ciento.
Con sus tres premios Cy Young, 219 victorias y 100 derrotas y una efectividad de por vida de 2.93, Martínez busca eclipsar el mayor porcentaje para un latino de 92.69%, conseguido por Roberto Clemente en 1973 tras su fatídico accidente ese 31 de diciembre.
La historia de Martínez va mucho más allá del hombre que puso números impresionantes y abanicó 3,154 rivales en su paso con los Dodgers de Los Angeles, Expos de Montreal, Medias Rojas de Boston, Mets de Nueva York y Filis de Filadelfia.
Va más allá del éxito deportivo de un hombre con grandes condiciones.
Es la historia de superación de un individuo al que le dijeron que no podía triunfar.
Que le dijeron que con 5’11” de estatura y apenas 175 libras no tenía manera de aguantar una temporada completa en las Grandes Ligas.
Es el hombre que salió de Manoguayabo y se adueñó del béisbol, siendo el lanzador más dominante en la era donde la ofensiva se burlaba del pitcheo.
Por eso, 32 años después de que Marichal llegara al Salón de la Fama en su tercer año en la boleta, Martínez le hará compañía en el museo de las leyendas.
Por eso hoy, cuando se anuncie la nueva promoción de inmortales de Cooperstown, la República Dominicana recibirá un gran regalo.
Recibirá la confirmación de que cuando se pone esmero y determinación en lograr algo, la excelencia y la brillantez puede ser alcanzada.
Aun para alguien al que todo el mundo le dijo que no podía.
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