“Todos pensaban en favorecer sus propios intereses; ninguno los de la Patria”. Su madre y hermanos también fueron desterrados a Venezuela y se radicaron en Caracas. Juan Pablo, internándose por los ríos y las selvas, llega a San Carlos de Río Negro, Estado Amazonas, frontera entre Colombia, Venezuela y Brasil.
Enterado Duarte de que en la Capital se había llevado a cabo la Anexión a España de su amada República Dominicana, sale de la selva y regresa a Caracas, el 8 de Agosto de 1862.
XII. Duarte: al servicio de la Patria con alma, vida y corazón.En un momento de la historia en que la permanente dominación haitiana se consolidaba en nuestra tierra, y sobre todo después del fracaso de la misión española de 1830 que pretendía reclamar la devolución de la parte oriental de la isla a España, Duarte mantuvo la firme creencia de que el país tenía suficiente consistencia e identidad cultural, y debía ser libre, soberana e independiente, como reza en el Juramento Trinitario. Duarte no estaba de acuerdo con los que en su tiempo luchaban por una mera separación de Haití, sino por la creación de una Nación libre y soberana.
Aunque no faltaron en Caracas solicitudes a Juan Pablo Duarte para que apoyara la Anexión a España, él las rechazó y escribió: “Los sufrimientos de mis queridos hermanos me eran harto sensibles, pero mucho más doloroso me era ver que el fruto de tantos sacrificios, de tantos sufrimientos, era la pérdida de la independencia de esa patria tan cara a mi corazón y por cuya tranquilidad gustoso me inmolara, por lo que en lugar de aceptar el pan de la degradación, acepté con júbilo la copa de la cicuta que sabía me aguardaba el día que mis conciudadanos consideraran que mis servicios no les eran necesarios... A mí me bastaba ver libre, feliz e independiente mi ínsula, y me dispuse a coadyuvar con todos mis esfuerzos a la redención de la Patria” .
Recibido del Gobierno de Venezuela la suma de $1,000 pesos para armar la expedición, antes de embarcarse, Duarte consigna: “A mi vuelta a Caracas vendí una casita en 1100 pesos y me embarqué para Santo Domingo”. El 5 de marzo de 1864 llega a Islas Turcas y de allí a Cabo Haitiano (Guarico) el 19, y el 25 a Montecristi.
En el primer momento Duarte es acogido con respeto y regocijo por el gobierno revolucionario del presidente Salcedo, con sede en Santiago: “Venga, pues, General, la Patria lo espera, persuadida que a la vez luchamos para rechazar al enemigo, nos esforzamos por la unión que es lo que constituye la fuerza”, le escribe Ulises Francisco Espaillat, ministro de Relaciones Exteriores, encargado de la Vicepresidencia.
El 5 de abril de 1864, al llegar a Santiago, los cinco expedicionarios entregaron el material bélico traído, diciendo: “Nos presentamos en cuerpo a aquella superioridad ofreciéndole nuestros servicios como soldados de la Patria”.El 5 de abril de 1864, al llegar a Santiago, los cinco expedicionarios entregaron el material bélico traído, diciendo: “Nos presentamos en cuerpo a aquella superioridad ofreciéndole nuestros servicios como soldados de la Patria”.
Pero, el 14 de abril de 1864, el gobierno restaurador del general José Antonio Salcedo, le comunica a Duarte: “Habiendo aceptado mi gobierno los servicios que de una manera tan espontánea se ha servido usted ofrecer, he resuelto utilizarlos encomendándole a la República de Venezuela una misión cuyo objeto se le informará oportunamente” .
Duarte responde el 21 de abril de 1964: “Si he vuelto a mi Patria después de tantos años de ausencia es a servirla con alma, vida y corazón, siendo cual siempre fui motivo de unión entre todos los verdaderos dominicanos, y jamás piedra de escándalo o manzana de la discordia”. El 22 de abril de 1864, el vicepresidente Ulises F. Espaillat, le reitera la misión a las Repúblicas sudamericanas. Duarte viajó de Santiago a Cabo Haitiano, se embarcó a Saint Thomas el 28 de junio de 1864 y, desde allí, por Curazao, regresó a Caracas.
XIII. Duarte: la independen-cia de la Patria aunque cueste la vida.Duarte, al llegar a Caracas, es interrogado por el Gobierno venezolano, a solicitud de la legación de España, por su apoyo a la restauración dominicana.
Duarte entrega a los patriotas dominicanos dinero y material para el Gobierno Provisional Restaurador. “Nuestra Patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla. Si me pronuncié dominicano independiente, desde el 16 de julio de 1838, cuando los nombres de Patria, Libertad, Honor Nacional se hallaban proscriptos como palabras infames, y por ello merecí (en el año del 43) ser perseguido a muerte por esa facción entonces haitiana y por Riviére que la protegía, y a quien engañaron; si después del año 44 me pronuncié contra el protectorado francés decidido por esos facciosos y cesión a esta potencia de la península de Samaná...; si después de 20 años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria a protestar con las armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y parricida, no es de esperarse que yo deje de protestar (y conmigo todo buen dominicano) cual protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo contra la anexión de mi patria a los Estados Unidos, sino a cualquier otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra Independencia Nacional y cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del Pueblo Dominicano... llegado el caso no habrá un solo dominicano que pueda decir que yo soy neutral, sino que tendrá cada uno que pronunciarse contra o por la Patria, es bien que yo os diga desde ahora (más que sea repitiéndome) que por desesperada que sea la causa de mi Patria siempre será la causa del honor y que siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre” .
En esos años, Duarte estaba atento a las noticias de Santo Domingo y al retiro de las tropas españolas de la Isla. En Caracas la mayor parte del tiempo lo pasaba con sus hermanos, ayudándoles en sus quehaceres comerciales y domésticos.
El 18 de marzo de 1865 Juan Pablo Duarte escribía a Félix María del Monte: “He tenido el placer y la satisfacción de ver y conocer al padre Meriño, el cual me ha dado noticias de ti y de otros amigos. Ya sabrás cómo fui a Santo Domingo. No podía hacer otra cosa. El grito de agonía del Mártir del Cercado y sus ilustres compañeros fue a herir mis oídos al fondo del Apure, y estaba en mi deber protestar con las armas en la mano contra eso que han llamado Anexión, y vengar a mis compañeros” .
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